EL ÁRBOL DE PALABRAS

OBRA REUNIDA 1984 / 2018

“Entrar a la obra de Mirta Rosenberg es entrar a un espacio donde la materia de la lengua se vuelve cristalina, siendo el estado cristalino el de mayor orden de la materia y aquel en el cual son igualmente mayores las correlaciones internas. Sin embargo, es en el quiebre de su exacta periodicidad, en los delicados, sutilísimos desvíos que impulsan el ritmo y la sintaxis donde florece el cristal único, propio, su singular manera de nombrar lo real. Es allí que se erige la tridimensión del poema en la cual acción, lenguaje y pensamiento se enlazan para extraer el sentido -también por obra de los sentidos-- de su perfecta ausencia, como "la vía del oráculo es seguir/ lo que crece desde el final". [Sonia Scarabelli] “La poesía de Mirta Rosenberg emerge dentro del panorama de la poesía argentina como una rama independiente, arraigada en las profundidades de la lengua, o de su lectura personal de la lengua y de las ampliaciones que ésta encuentra en la traducción. «Su obra cabría definirla, si usamos una muy vieja palabra, por el estilo, eso que la hace reconocible entre muchos: su estilo es ritmo y su estilo es alguna clase de fe”. [Olvido García Valdés] “Una poesía como condensación de sentido y como acción de vaciado (no el vacío). Una poesía que se despliega extraterritorialmente para luego buscar adentro, en el inscape, algún tipo de anclaje frente a la intemperie de la lengua materna. Por eso Rosenberg arma, como nueva esperantista, una casa bilingüe.” [Alejandro Méndez] “Estos versos son el resultado y a la vez la definición de una experiencia, sin duda una de las más sólidas e intensas en la poesía que se está escribiendo”. [Osvaldo Aguirre] “Los poemas de “El árbol de palabras” caminan de la observación apacible hacia el fondo de las pasiones, esa potencia que sustenta el diálogo entre el poeta y un entorno siempre fugaz. Si bien el origen del poema puede darse de manera azarosa, su virtud es la de articular formalmente la emoción: “Toda/ pasión concluida/ es emoción /aclarada. Correr/ la silla al sol para rehacer/ el ayer/ y ver cómo maduran/ bellamente,/ los duraznos este año”, señala Rosenberg. No se trata de la elaboración de una figura que resuelva el misterio, sino del mismo tránsito entre el preguntar y el responderse: ¿puede el miedo ser el origen de la acción? ¿cuál será la fuerza creadora? ¿qué diferencia existe entre el sujeto que observa y el objeto que es observado? ¿puede la palabra recuperar lo perdido, lo percibido?. “¿El sitio/ de preguntar es la poesía?”, interroga la poeta casi con ironía, recordando el valor que tiene quien en lugar de respuestas utiliza nuevas preguntas: “Si supiera qué decir no escribiría,/ me iría de aquí”.” [Irina Garbatzky] “Al leer el conjunto de El árbol de palabras y al recuperar textos ya inhallables que fueron publicados espaciadamente y sin estridencias a lo largo de veinte años, puede advertirse el rigor y la profundidad del proyecto poético de Mirta Rosenberg. (…) El árbol de palabras está muy lejos de cerrar este proyecto: cuenta con una enorme capacidad de transformación y de búsqueda, una profunda lucidez, una certeza en el poema que jamás se adocena en la mera afirmación, una inteligencia crítica a la vez constructiva y sensible. Mirta Rosenberg ha llegado, en el interior de su poética, a este soleado refugio.” [Jorge Monteleone]

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